Historia, ¿un diàlogo con otras
disciplinas?
Jesús
Romero Mendoza[1]
A
manera general en el presente texto se reflexiona en torno a la posibilidad por
entablar un diálogo entre la Historia y otras disciplinas de las ciencias
sociales. Lo expuesto no tiene la intención de lanzar certezas, sino cuestionar
la viabilidad de un diálogo interdisciplinario. Pues a pesar de que la
interdisciplinariedad ha estado presente desde hace ya varias décadas, ésta ha
venido principalmente de economistas, sociólogos u otro de tipo de investigador
que ha incursionado en el quehacer de la historia. Mientras que por parte de
los historiadores, pareciera ser, existe desconocimiento o desinterés por integrar
conceptos teórico-analíticos de las ciencias nomotéticas para el abordaje de
los estudios históricos. El plano en el que se plantea lo subsecuente, es
indistinto, pues poder señalar en qué o cuál institución se hace historia fuera
de lo tradicional sería arbitrario y conllevaría un mayor trabajo poder delimitarlo.
Para
intentar hacer un diálogo de la historia con disciplinas de las ciencias
sociales como la sociología, la economía o la antropología, primeramente
convendría cuestionarse, ¿cuáles son los intereses de quien escribe? Pues puede
existir la disyuntiva de hacer historia con una función social de divulgación
“cultural”, lo cual eliminaría el interés por hacer dialogar la historia con
otras disciplinas y también existe una segunda vertiente que es la más común,
la académica con un mayor rigor metodológico. En el caso presente sólo nos
dirigimos hacia esta última, que es la historia enseñada en las aulas
universitarias.
En
la formación del historiador, además de los diferentes procesos históricos y
del método histórico con base al uso de las fuentes documentales para hacer
historia, se le ilustra en lo referente a la teoría de la historia. Sin embargo, a diferencia de disciplinas
como la Sociología, la Economía y la Antropología, en la Historia, el
desarrollo y uso de teorías explicativas para el análisis de la información pareciera
ser mínima. A excepción del materialismo histórico, que en años pasados fue la
corriente que más permeó en la explicación histórica, no existe un desarrollo
de conceptualizaciones teóricas por historiadores para la explicación de los
fenómenos socio históricos. Los Annales
franceses, son un caso más reciente en el siglo XX de repensar la forma de hacer la historia, sin
embargo, más que establecer principios
explicativos de la historia, fue una apertura a diferentes vertientes para el
quehacer histórico.
La
inexistencia de principios teóricos en el quehacer histórico, ha permitido
mayor versatilidad al historiador y en cierta forma ventaja al estudiar las
sociedades, pues a diferencia del resto de ciencias sociales, en la Historia,
no se recurre con rigurosidad a algún concepto teórico para explicar cierto
fenómeno social. Fernand Braudel[2]
señalaba en algún momento, que la Historia es uno de los oficios menos
estructurados de las ciencias sociales y por lo tanto uno de los más flexibles
y más abiertos. Sin embargo, con la apertura del estudio histórico de los
diferentes componentes sociales impulsado por los Annales, cabe preguntarse por
qué no intentar trascender y renovar el quehacer histórico aspirando a dialogar
no ya sólo entre historiadores sino con otras disciplinas. Pues así como el
conocimiento en general tiende a renovarse derrumbando paradigmas que parecían
ser irrefutables, lo mismo debiera ser para la Historia como disciplina.
No
es que no exista una vinculación como tal de la historia con otras disciplinas,
sino que ésta ha sido encausada generalmente por economistas, sociólogos e
inclusive de las ciencias naturales hacia la historia y no al revés. La
pertinencia de introducir conceptos teóricos o modelos de análisis venidos de
otras ciencias, se puede encontrar en la posibilidad de ampliar el panorama
explicativo para enriquecer el trabajo del historiador, pero además con la
intención de obtener posibilidades explicativas mediante conceptos en abstracto
que pudieran ser argumentados mediante la reconstrucción histórica.
En
las ciencias nomotéticas como la sociología y la antropología, existen teorías
estructuralistas, funcionalistas o procesualistas, que bien podrían facilitar
el abordaje de procesos históricos de corta-mediana duración o el
funcionamiento de las sociedades en determinado espacio y tiempo. Como ya se
señaló, no es que no existan trabajos de corte interdisciplinario, sino que la
interdisciplinariedad, dependiente la línea temática trabajada, debiera ser de
la Historia hacia el resto de las ciencias sociales, a manera de echarse mano
de otras herramientas teóricas para el trabajo del historiador.
Algunos
ejemplos sobre la pertinencia y posibilidad de análisis que podrían
proporcionar conceptos de otras disciplinas a la historia, pueden ser los estudios
desde los actores sociales y su implicación en cierto proceso o etapa. La
significación de las cosas o de los espacios y los flujos de poder que bien
podrían ayudar a explicar estudios de historia cotidiana y política. O en otro
caso, en el estudio de la relación sociedad-naturaleza en la historia existe la
posibilidad de estudiar de forma análoga el funcionamiento social a manera de
un organismo vivo, dado que las sociedades humanas no son entes aislados del
medio en que se desenvuelven, sino que tienen una dinámica articulada con la
naturaleza.
Se
vuelve a señalar, no es que aún no existan trabajos interdisciplinarios o no haya
historiadores que estén haciendo el salto hacia otras disciplinas, sino que el
proceso aún se encuentra lento y los casos aislados, que bien pudieran ser cada
vez mayores, se suscitan en el proceso de formación de los cientistas sociales,
ya sea que un historiador se alterne en alguna programa de las ciencias
sociales o de forma inversa. E inclusive, casos en el que existen casos en el
que la vinculación vaya más allá del ramo de las ciencias sociales y sean
biólogos u agrónomos (por mencionar algunos) quienes incursionen en las
sociales, en este proceso de repensar el conocimiento y problemas actuales que
han conllevado a solucionar problemas cada vez más complejos.
La
vinculación de la historia con disciplinas de las ciencias sociales conllevaría
posiblemente a la construcción de estudios de corte más científico, es decir
con estudios con un mayor sustento teórico metodológico. Por tal razón, sería
por interés del propio investigador, hacer historia para qué y para quién. No
obstante, en la enseñanza de la historia y la formación de historiadores, cabría
si bien no la necesidad, sí ver la posibilidad de dar un viraje teórico y
epistémico en la forma de hacer historia con la intención de enriquecer el
trabajo del historiador y de obtener otras herramientas para el análisis de la
información.
Por
último, si bien hacer undiálogo de la historia con otras disciplinas es
cuestión de interés personal, faltaría mostrar el lado opuesto, el de la
función social de la historia, una divulgación para hacer conciencia de masas o
dar a conocer la historia a manera de enriquecimiento cultural, haciendo llegar
el quehacer histórico en forma amena a la sociedad en general.
Bibliografía:
Braudel, Fernand, La historia y las ciencias sociales, España, Alianza Editorial,
1970
[1]
Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Tlaxcala y pasante de la
Maestría en Análisis Regional por el CIISDER-UAT. Contacto: xrm88@hotmail.es
[2] Fernand
Braudel, La historia y las ciencias
sociales, España, Alianza Editorial, 1970, p. 117.