Eleazar Pérez Hernández
Pasante de la Lic. En Historia, UATx
El
periodo de 6 años que le correspondió al presidente Calderón encabezar el poder
Ejecutivo de la nación está llegando a su fin, y con él, no se han hecho
esperar anuncios publicitarios oficiales en radio y televisión. Se habla de lo
logrado, de la consolidación de los cimientos de la nación, de solidez
económica. Todo esto en el contexto de un sexenio que se agota.
Un
gobierno que dentro de sus primeras acciones tuvo como política central la guerra contra el crimen organizado y la mano dura; no ha dejado de exhibir datos
cuantitativos sobre el aseguramiento de armas, bienes, dinero, líderes y
miembros de distintos carteles y bandas criminales. Contrastando todas éstas
con las estadísticas de sexenios anteriores y llegando a una sola conclusión:
datos históricos en el combate a la delincuencia.
Sin
embargo en el tema de seguridad, hablar de resultados no es únicamente hablar
de lo incautado y de los detenidos –que en la mayoría de las veces regresan a
las calles–, tendríamos que estar hablando de la disminución de la violencia y
del número de muertos. Lamentablemente no es así, el mes previo al ultimo informe
presidencial, agosto, ha sido el segundo mas violento del sexenio con mil 341
personas muertas, solo por debajo de abril de 2011 con mil 402 casos. Y durante
el sexenio las cifras oficiales arrojan más de 55 mil defunciones.
Sin
duda era necesaria la intervención del Estado en el tema de la seguridad, pero
eso no justifica de ninguna manera la evidente falta de planeación y de una estrategia
efectiva y sistemática para realizarlo, además de la constante violación a los
derechos humanos. “Llevaremos las
investigaciones hasta las ultimas consecuencias, caiga quien caiga” fue
durante algún momento del sexenio la frase que estuvo en boca de la clase
política gobernante, hasta que dejo de serlo, seguramente por la falta de
resultados y por la incapacidad para materializar lo que se decía con palabras.
Así, la justicia pasó a ser un ideal casi inalcanzable, –que en el mejor de los
casos solamente se hace pronunciable en los discursos–, y que hasta este
momento no ha llegado a esas familias que han perdido a un padre, a una madre,
a un hermano, a un amigo. A aquellos que unos denominan victimas de los daños colaterales.
El
gobierno calderonista deja un México donde la generación de empleos ha sido
insuficiente para satisfacer la demanda nacional, acentuando la pobreza y agudizando
la desigualdad social. Un aumento constante en el precio del gas L.P. y en las
gasolinas. Por otro lado una delincuencia avasalladora ante un Estado y unas
instituciones que por ahora no tiene claros signos de fortaleza, que nos llevan
a una gobernabilidad deteriorada y a una desconfianza en la vida institucional,
además de un Estado de Derecho que está en entredicho.
La
intensidad en el dramatismo de lo que ocurre día con día en nuestra nación
tiene una resonancia mundial, la magnitud de la amenaza y la radicalidad
orquestada por unas fuerzas necias que se atreven a desafiar a las leyes y
actuar fuera del marco de la ley, aprovechando los vacíos de poder, nos deben
llevar a la reflexión y a la acción. En nada aprovecha, antes daña adoptar la
proverbial actitud del avestruz y aparentar que no pasa nada. En este país
todos hemos adoptado alguna posición: la de cómplice, víctima o indiferente, y
en cierta medida tenemos una responsabilidad compartida
Finalmente,
nos encontramos ante una guerra que inició con el asenso de Felipe Calderón al
poder, pero que no termina con su despedida. Y ante la inercia e
intensificación de la violencia, no es complicado decir que aun nos queda tramo
por recorrer. Pero antes de continuar es necesario hacer una revaloración y
replanteamiento de la “estrategia”, que permita contrarrestar efectivamente las
acciones del crimen y llevar a la mínima expresión el derramamiento de sangre
inocente.
Termina
una etapa de dos sexenios, de esa alternancia que inicio con Fox -el cambio que todos queremos ver, decía
su lema de campaña–, y que cierra Calderón. Dicho por mí lo anterior, la
palabra es dada a quien la quiera tomar.
Llevaremos las investigaciones hasta las ultimas consecuencias, caiga quien caiga”
ResponderEliminarme gusta su lema o frace
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ResponderEliminarSin duda el sexenio que se va ha sido demasiado accidentado y sin duda, nos deja mal parados. Me pregunto si de verdad eran más necesaria la inversión en carreteras y no en escuelas, si luchar contra el narco o hacerse de la vista gorda (al fin la droga se la venden a los gringos, en México, luchando contra el narco o no, los narcóticos se siguen consumiendo de la misma forma) Me pregunto si de verdad el sexenio que se va estuvo a la altura del momento histórico, y la respuesta es clara, NO. NO porque fue la continuación de un modelo desgastado ya e implementado desde años atrás con el PRI; NO porque nada hubo de nuevo. ¿La cobertura más grande en salud? Acaso nuestros hospitales tienen la capacidad y calidad para prestar A TODOS un servicio "bueno". SALUD para los mexicanos, cuando ni una caja de medicamentos existe en los hospitales.
ResponderEliminarEs una lástima que siempre los presientes hablen de lo bonito, y no de los desaciertos, porque en mi opinión, son de esos de donde más hay que aprender y mejorar.
NI modo, lo que viene creo que estará peor...
"RUdolf"
Se va... Pero dejará una gran huella en nuestro País.. y no me refiero por los trabajos.. Sino por la mancha anti - social que se quedo entre nosotros...
ResponderEliminarSe va... como el "desenterrador de huesos"
Mi pobre México...
Huexolotzin.