domingo, 1 de diciembre de 2013

Cristiada y Los Últimos Cristeros: entre el heroísmo y la soledad.




Cristiada[1] y Los Últimos Cristeros:[2] entre el heroísmo y la soledad.

El error más grande y más común al ver una película histórica es creer que lo expuesto en pantalla es real y que debemos sólo situarlo en la ubicación y temporalidad del relato. Si bien partimos de un hecho histórico, las diferentes historias y anécdotas surgidas de éste, no reproducen fielmente una verdad histórica. Falta de  conocimiento e interés en la historia mexicana también contribuye a la creación de mitos y conformarnos con una historia idealizada del celuloide.
Más aún cuando el tema elegido por estas dos películas, es un tanto desconocido. Ambas películas toman el tema de la cristiada o los cristeros, un conflicto entre Iglesia-Estado, que no tardo en involucrar a las masas más desfavorecidas. La iglesia había sido una amenaza para el gobierno surgido de la revolución, pues obstaculizaba la centralización. El estado se dedicó a regularizar el número de iglesias y sacerdotes, quitarle  presencia jurídica, así como prohibirle al clero el derecho a votar, comentarios públicos, y de intromisión en la educación. Dicha situación causó la polarización entre iglesia y el estado, causando, en 1926, el cierre de las actividades religiosas. Se comenzó entonces una serie de levantamientos dispersos y espontáneos en todo el país que daría fin oficialmente en 1929, sin embargo, los últimos cristeros los podemos ubicar a finales de los años treinta. La prolongación del conflicto tiene que ver con intereses diversos, pero los realmente afectados fueron las masas creyentes. Ni el estado, ni la iglesia dimensionaron el conflicto.
Cristiada o For Greater Glory (2012) del director Dean Wright narra los acontecimientos ocurridos de 1926 a la muerte del General Enrique Gorostieta, quien ha sido contratado por “la Liga” para comandar a los cristeros.
Siendo una película mexicana,[3] es rodada en inglés; es  ambiciosa y  trata de colarse entre el público de esta habla. Pretende ser didáctica, sin embargo, al tener una temporalidad amplia no deja de ser un filme que cuenta _más no instruye_, las hazañas de Gorostieta y la fe de los cristeros como el caso de José Sánchez del Río; construye héroes  más no personas.
Curiosamente el estreno de la película Cristiada coincide con la visita del Papa Benedicto XVI a México en abril del 2012 y de las futuras elecciones presidenciales, y que de alguna manera contribuye a la exaltación de la fe y la configuración esperada del dictador Plutarco Elías Calles,  que como sabemos fue creador del partido oficial que gobernó al país por más setenta años.
La fotografía y la ambientación son buenas, dado el presupuesto de 110 millones de pesos,[4] la caracterización esforzada, pero  poco se logra cuando el contenido y el alcance ya están moldeados. Por otra parte deja el tema de “la Liga” siendo la responsable de las negociaciones, administración de recursos y que en cierto punto generó desconfianza entre los cristeros, la muerte de Gorostieta, de las  luchas internas por el control del movimiento, relaciones con Estados Unidos y por último de los convenios para la paz.
Del otro lado del lente encontramos, Los Últimos Cristeros (2011) del director Matías Meyer, quien es hijo del historiador especialista en el tema Jean Meyer. Matías presenta una visualización, temporalidad y personajes diferentes.
La película está basada en la novela Rescoldo[5] de Antonio Estrada, obra histórica y biográfica donde el autor narra las vivencias de su papá el Coronel Florencio Estrada, quien con su familia y seguidores formaban parte de la resistencia al final del conflicto.
Matías Meyer estuvo consiente que era un tema amplio, sus limitaciones y que debía rescatar la esencia del movimiento cristero.  Tuvo a su favor la asesoría de su padre, el experto.
El filme es sencillo: poca producción, actuaciones amateur, breves diálogos, etcétera, sin sacrificar la sustancialidad del movimiento. Al contrario que en Cristiada no encontramos las grandes batallas y rostros conocidos del cine, no expone el sacrificio, sino la lealtad a sus ideales. Muestra a los cristeros de carne y hueso, decepcionados por la iglesia más no por su fe, situaciones de la vida cotidiana, las canciones, los rezos, la soledad que han decidido vivir, con poco parque, perseguidos, la realidad de un movimiento desarticulado y traicionado.
Escenas de cámara fija y paisajes entre cerros se aplauden del filme: una clara idea del movimiento en guerrilla, no en las grandes ciudades o campos abiertos. Por otra parte, si bien logra rescatar todos estos símbolos e imágenes que nos hacen familiarizar con los cristeros, tiene muy pocos diálogos, lo cual provoca que si no estás familiarizado te resulte aburrida o sin sentido. No nos cuenta, más sí recrea la atmosfera para darnos una idea de la supervivencia de los últimos cristeros.
Ambas películas, diferentes entre sí, encontraran su público: Cristiada para los que creen que un hecho histórico dura tan sólo dos horas y lo protagonizan tiene héroes y villanos; Los Últimos Cristeros, para aquellos que creen que aún nos falta revisar particularidades de la historia de México.[6]

Gilberto Lima Pérez.

Ilustración 1CristiadaDean Wright, 2012. Fuente: http://www.cristiadapelicula.com

Ilustración 2. Los últimos cristeros. Matías Meyer, 2011. Fuente: http://www.losultimoscristeros.com


Bibliografía:
“Cristiada la más cara de México” en Record, 18 de abril, 2012.

Antonio Estrada, Rescoldo, ediciones encuentro, 2010.

Jean Meyer, El conflicto entre la iglesia y el Estado, Siglo XXI, 2005.

Películas:
Dean Wright, Cristiada, 2012.
Matías Meyer, Los Últimos Cristeros, 2011.
Sitios Web:
http://www.cristiadapelicula.com
http://www.losultimoscristeros.com
http://www.religionenlibertad.com





[1] Dean Wright, Cristiada, 2012.
[2] Matías Meyer, Los Últimos Cristeros, 2011.
[3] Pablo José Barroso es productor de Cristiada, y ha participado en otras películas como Karol, Casia, Guadalupe y La leyenda del tesoro. Películas que toman como eje central la religiosidad y la fe.  http://www.religionenlibertad.com
[4] “Cristiada la más cara de México” en Record, 18 de abril, 2012.
[5] Antonio Estrada, Rescoldo, ediciones encuentro, 2010.
[6] Entre algunas de las recomendaciones dentro de la industria cinematográfica sobre el tema cristero, podemos mencionar La guerra santa, del director Enrique Taboada, (1977), donde la película hace una crítica hacia las posturas contradictorias de la Iglesia y deja entre ver una manipulación de las masas religiosas por parte de las elites religiosas; Sucedió en Jalisco, del director Raúl de Anda, (1947),  donde a mi criterio es la que más acerca al movimiento cristero, muchas veces dominado por caciques locales, Iglesia y estado rebasados por la fe de los cristeros,  familias divididas,  una religiosidad por parte del ejército federal (pues aunque luchaban contra los cristeros, no luchaban en contra de su religión y por eso muchas veces desertaban), particularidades como causa del movimiento, carestía y tipos de cristeros.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Discurso: Premio Estatal de la Juventud, Tlaxcala 2013

Discurso: Premio Estatal de la Juventud, Tlaxcala 2013 
Leído el 3 de septiembre de 2013 en el “Salón Rojo” del Palacio de Gobierno frente a las autoridades estatales.

Distinguidas autoridades que nos acompañan, estimados compañeros, público en general…

Mi nombre es Rodolfo Juárez Álvarez, soy originario del municipio de Zacatelco. Nací un 30 de agosto de 1984, hace ya 29 años. Soy el menor de dos hermanos que crecieron en un entorno matriarcal, donde bisabuela, tía y madre (soltera) nos dieron educación a pesar de las condiciones económicas.

Me considero un joven afortunado, afortunado como todos los que nos encontramos reunidos en este momento y a quienes se nos reconoce hoy nuestro gran esfuerzo por destacar y superar situaciones adversas. Me considero afortunado, además, por pertenecer a un espacio tan lleno de historia y arraigo cultural como lo es nuestro estado, y finalmente, me considero afortunado por encontrar en los caminos de Clío, la musa de la historia y la poesía heroica,  mi verdadera vocación.

Me llena de orgullo ser el tercer historiador que recibe este reconocimiento en menos de cuatro años, lo que me hace no suponer sino afirmar, que los historiadores tenemos mucho que decir y aún más por trabajar; que tenemos un pasado por reconstruir, no solo para educar en nuestro presente sino para proyectar nuestro futuro.

Es una gran responsabilidad estar en este momento frente a ustedes para enunciar algunas palabras que tengan como fin principal generar eco en nuestra juventud tlaxcalteca, más aún, porque el espacio en el que nos encontramos ha resguardado infinidad de decisiones importantes para el devenir de nuestro estado. Para lograr el objetivo, me permitiré usar tres conceptos básicos para acotar las razones del cómo y el por qué todos nosotros, jóvenes, estamos aquí; estos conceptos son esfuerzo, compromiso y lealtad.

Ya lo decían nuestros padres y abuelos “sin esfuerzo nada se logra”, y efectivamente, el esfuerzo que por añadidura es desvelo, trabajo, dedicación y entrega, siempre trae su recompensa; quienes estamos aquí para recibir tan importante premio somos la síntesis de todo lo anterior. Qué sería de nosotros sin el esfuerzo que nuestros padres, hermanos, compañeros, maestros han hecho por nosotros; o sin el esfuerzo de “algunos” buenos gobiernos para llevar equidad, trabajo y justicia a sus habitantes.

Esforzarse por y para algo reduce nuestras horas de descanso pero no las de sueño. Soñar, como ejercicio de psique, nos permite construir un mundo de irrealidad que muchas veces deviene en todo lo contrario, es decir, en realidad y certeza. Para algunos de nosotros, cada uno de los logros obtenidos ha comenzado como eso, como sueños, y como una realidad que sólo con esfuerzo se alcanza.

Compromiso, también es sinónimo de obligación, deber y trabajo, palabras clave en nuestro presente. No conozco a nadie que no haya realizado una u otra, pues desde nuestros primeros pasos tenemos el deber, la obligación y el compromiso de hacer, de hablar, de correr, de reír, de continuar. Me parece que no hay compromisos más grandes que los que adquirimos con nuestros padres, con nuestra educación, con las personas que se ama, así como con nuestro país y sus instituciones, en resumen, los compromisos son obligación de individuos y ciudadanos que cumplen una función social y cívica.

Hoy más que nunca, jóvenes, estamos comprometidos con nuestro país a través de la concientización y de la sensibilización ante una realidad cambiante y compleja que nos demanda tomar una postura a través de acciones en pro de la mejora social y de la equidad en todos los niveles; necesitamos atención y acción más que desidia y apatía.

Somos desde ya protagonistas de un momento histórico que nos demanda actuar de manera justa, libre de prejuicios y propositivamente, para nosotros, para nuestro país.

La lealtad, por último, sugiere también el ejercicio de honradez, honestidad y rectitud, características que hacen _o harían_, de la sociedad un “lugar” más justo. Sin distinción de raza, religión, preferencia sexual o afiliación partidista, la lealtad debería ser un principio incorruptible, sobre todo en nosotros los jóvenes, por ser ese motor de cambio y la esperanza de un país más justo en el que pocos, o quizá muchos, ya estamos trabajando. Seamos leales a nuestros principios, a nuestros valores, a nuestras obligaciones ciudadanas y a quienes han hecho germinar en nosotros ese valor humanista de respeto por la vida.

Esfuerzo, compromiso y lealtad son conceptos inseparables de todo individuo consciente, sensible y congruente; de todo ciudadano honesto, libre y equitativo; de toda autoridad recta, visionaria y justa; de todo mexicano y tlaxcalteca que mira hacia el futuro desde el presente y el pasado.

Para ir finalizando quisiera traer a este discurso a un personaje cuya historiografía regional y nacional no le ha prestado la atención necesaria para honrarle con justicia; me refiero al General Domingo Arenas Pérez, originario de Zacatelco, de quien hace algunos días celebráramos su aniversario luctuoso. Estoy seguro que si alguien pudiera ser ejemplo de los tres conceptos básicos antes enunciados sería éste célebre personaje por distintas razones: por su origen y condición social, por su concepto de sociedad equitativa, por su compromiso con el devenir nacional en un marco no sólo regional sino internacional y por sentar las bases de una repartición justa de la tierra, acto similar que treinta años más tarde hiciera el General Lázaro Cárdenas.

El General Arenas vislumbraba una sociedad en la que los más desprotegidos pudieran tener igualdad de oportunidades y sus descendientes gozaran de esos frutos. Hoy, somos nosotros los responsables de que esta visión de sociedad pueda materializarse; somos la fuerza intelectual que debiera sentar las bases de un cambio que nos permita ser mejores tlaxcaltecas y mejores mexicanos.        

      Reconozco, valoro y aplaudo los esfuerzos del gobierno y sus instituciones para la mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, pero no es una tarea fácil, ni sólo de su responsabilidad, pues nos confiere, mayormente, a todos los que habitamos este pequeño y gran estado.

Para concluir quisiera dar voz a las palabras de Domingo Arenas cuando informaba al general Emiliano Zapata sobre el estado de su división el 15 de septiembre de 1916; en estas palabras se destaca el carácter noble de los sureños, pero bien pudiera describir el carácter de todos los tlaxcaltecas:

“Nosotros los indios tenemos que triunfar porque todas nuestras generaciones y nosotros hemos asimilado la fuerza de las fieras de los montes, la firmeza del basalto inconmovible, la resistencia de las raíces que soportan la presión de la peña que rueda y la divina ternura de la canción de los bosques…aquí, es refugio de libres y sinceros revolucionarios…”

Muchas gracias.


Rodolfo Juárez Álvarez
Ganador en la categoría
“Logro Académico”


miércoles, 3 de abril de 2013

UN APUNTE SOBRE EL CARNAVAL EN TLAXCALA.

Jorge Netzahualcoyotl Galicia
j_00798@hotmail.com


El carnaval de Tlaxcala se caracteriza por ser uno de los más coloridos de nuestro país, además de conservar sus raíces históricas en cada uno de sus grupos danzantes. A pocos días de que culmine esta fiesta de alegría y tradición, los municipios de nuestro estado aún son testigos del desenvolvimiento escénico de miles de personas que disfrutan de los ritmos que ofrecen cada una de las singulares cuadrillas _conformados por grupos de danzantes que ejecutan diversos bailes_, complementadas por variadas notas musicales, y en algunos casos, versos, que inundan los oídos del espectador para ser parte de esta manifestación cultural. Los lugares donde el carnaval llega también se complementan con los olores de los antojitos mexicanos: desde los elotes, esquites hervidos, el chileatole, los algodones de azúcar, hasta el tradicional pan de fiesta, considerado como uno de los importantes protagonistas de cada una de las festividades de nuestro estado.
Todas las edades se concentran para descubrir la esencia del carnaval, desde los niños, quienes los padres los inculcan por conservar esta tradición; ni que decir de la juventud, que la adoptan como un símbolo de pertenencia e identidad conjugado con la manifestación social, hasta las personas mayores, quienes a través de las palabras, reproducen pasajes importantes del transcurrir carnavalesco por medio de las anécdotas y los recuerdos; en algunos casos, se complementa este ejercicio histórico a través de las fotografías.
Describir el carnaval es encontrar diversos términos, por ejemplo, el carnaval es la fiesta de la alegría, pero también es un compromiso de gran importancia por todo lo que implica, es un núcleo de fenómenos sociales, un gran esfuerzo humano que conlleva a la fiesta, es un conjunto de notas musicales que llevan a la libertad, una costosa celebración que satisface a todos sin tener que aportar económicamente o contribuir materialmente para su realización; un momento para disfrutar la variedad de danzas y sones musicales que ofrece. La iglesia dice que es la “fiesta de la despedida de la carne”, también considerado como un complemento importante para las fiestas sociales. En fin, múltiples conceptos que nos llevan a pensar en una gama de posibilidades que nos dicen que el carnaval es uno de los referentes más importantes para entender la cultura de nuestro estado.
El carnaval de Tlaxcala ha dado paso a una particularidad de corte social, ya que es una temporada donde se incrementa la atracción personal entre sus mismos danzantes (o protagonistas del carnaval), siendo la antesala para la conformación de nuevos enlaces familiares; esto permite visualizar que el carnaval, adquiere una transformación en las relaciones sociales a través de la “libertad de las emociones”, cuyo resultado es la formación de nuevos núcleos familiares.
Los días que anunciaban la llegada del carnaval, desde los ensayos, la logística, los acuerdos entre organizadores, las invitaciones, las vestimentas, los escenarios_, todo lo que conlleva a esta gran fiesta, hoy se visualizan como parte de los logros obtenidos, donde la participación social es la base esencial para que actualmente se le nombre ”Patrimonio Cultural del Estado”.
El carnaval en Tlaxcala es un portavoz de identidad para nuestro estado, una forma de expresión que incluye movimientos y “rostros enmascarados” que desbordan alegría y manifestaciones sociales. Es un precursor para reafirmar los lazos familiares y de comunidad que se conjuntan más durante los preparativos del festejo. Un patrimonio único con cimientos históricos muy sólidos, que nos permiten entender que es una tradición que se mantiene vigente y que son uno de los parámetros para entender nuestra identidad cultural.


"Sonriendo" - Camada Padrotes/Contla Tlaxcala.

"Sonrisa sorprendida" - Camada Chalatl Yololpaqui/Contla, Tlaxcala.

"Chiveado" - Camada Bari/Panotla Tlaxcala.

"Charro en movimiento" - Camada La Unión/Acuitlapilco Tlaxcala.

lunes, 25 de febrero de 2013

San Pablo del Monte Cuauhtotoatla, una historia a través de los estratos de la toponimia náhuatl.




San Pablo del Monte Cuauhtotoatla, una historia a través de los estratos de la toponimia náhuatl.[1]

El presente libro  de la historiadora Fabiola Carrillo Tieco; sin duda viene a enriquecer los saberes del pasado de Tlaxcala, brindando luz sobre la “inexistente” historia de una comunidad que se debate entre el mundo indígena y occidental: San Pablo del Monte Cuauhtotoatla.
Peculiar es el trabajo y me atrevería a decir que hasta cierto punto, inusual: aborda los hechos históricos a partir de los significados de viejas palabras que aún sobreviven y dan nombre a parajes, límites, rincones y lugares de la comunidad. Una historia hecha a partir de los toponímicos de la lengua náhuatl, lengua que como  lo muestra la estudiosa _y refuerza con palabras  de otros autores_, fue la lengua franca mesoamericana y la lengua oficial de pueblos como el Azteca, Huejotzinca y Tlaxcalteca; lengua viva de San Pablo del Monte y que ahora se debate entre existir y desaparecer.
Complicado es el traducir los topónimos aun siendo hablante nativo, -que en este caso afortunadamente lo es-, resulta complejo porque estos apelan a un origen mítico e ilegible, y más que ser un hablante nato, se necesita un conocimiento profundo de la lingüística del náhuatl, para saber descomponer, analizar, descifrar y traducir; un trabajo de difícil hechura. Fabiola Carrillo en su libro lo hace y nos brinda una traducción exacta y apegada a la gramática del náhuatl clásico  enriquecida con las deducciones de la autora y de su gente.
La temporalidad de larga duración que otorga, nos permite ir observando esos cambios y permanencias en la historia nacional, estatal y principalmente regional, una tarea no tan fácil ya que se requiere del juicio adecuado y de una revisión bibliográfica pertinente.
Por último y no menos importante es la reconstrucción pictográfica que hace de los cuatro barrios antiguos y del topónimo Cuauhtotoatla o Cuahutotohuatlan que a mi juicio, es la forma antigua de escribirse. La construcción glifica se apega a la tradición de escritura mesoamericana y brinda una imagen de lectura amanera de los antiguos códices nahuas, los amoxtli, e invita a que se recuperen los nombres antiguos de cada barrio.
En todo momento incita a los lectores a reflexionar sobre la situación que vive el idioma y la cultura nahua en Cuauhtotoatla, mostrando su interés porque ésta no desaparezca, sino al contrario, se procure su pervivencia. No me queda más que invitar a la adquisición de este importante y novedoso trabajo que viene a ser una gran luz que alumbra y no ahúma. 

José Abraham Méndez Hernández
Lic. en Historia y estudiante de maestría en Estudios Mesoamericanos, UNAM. jasz31k@hotmail.com



[1] Fabiola Carrillo Tieco, San Pablo del Monte Cuauhtotoatla, una historia a través de los estratos de la toponimia náhuatl, México, El errante Editor, 2013.

lunes, 21 de enero de 2013

El impreso durante la colonia


Lic. Tania Xochicale Corona
oru_elektra@hotmail.com

Quien poseía un libro impreso durante el periodo novohispano se consideraba un lujo, debido a dos aspectos: el primero relacionado al ámbito económico y el segundo, saber leer. Ciudadanos como: los comerciantes, eclesiásticos, artesanos, funcionarios, militares y uno que otro campesino fueron los únicos en acceder a un libro, algunos contaron con sólo uno y otros con más de 500 libros.
                Es importante mencionar que estos dos aspectos, fueron consecuencia de la situación comercial, geográfica y política que presentaba la Nueva España. Comenzando por el aspecto comercial, el libro pasaba por varios intermediarios seguido de lo geográfico factor que complicaba el traslado de un continente a otro y lo político que delimitaba la introducción de ciertos temas, así como la aplicación de leyes para la comercialización, además de otros factores. Debido a la centralización del país la mayoría de libros llegados de Europa o bien impresos en la Nueva España, se distribuían y compraban en su mayoría en las ciudades como México, Puebla, Oaxaca, Veracruz y Guanajuato. Sin embargo, a pesar de las normatividades comerciales e incluso reglas morales hubo la entrada de diversos temas como: historia, religión, ciencia, vocabularios de lenguas, entre otros. En el caso de temas relacionados con la política o de astronomía, se consideraron prohibidos sin embargo entraron de contrabando a la Nueva España.
A partir de los registros sobre todo de inventarios encontramos que no solo circulo y llego el impreso a las grandes ciudades sino también a pueblos, villas y pequeñas ciudades, e incluso hay registros de quienes contaron con bibliotecas grandes en dichos lugares. Un ejemplo es la biblioteca de Don Antonio Pineda Mina[1] capellán de nuestra Señora de Ocotlán en Tlaxcala, que registró 97 ejemplares en su acervo personal.
Dicho personaje perteneció al clero por lo tanto, cualquier religioso sabía leer y tener fácil acceso para adquirir un impreso, incluso algunos fueron maestros, abogados, médicos además de ocupar un cargo como curas, obispos, inquisidores etc. Un estudio de la Dra. Cristina Gómez Álvarez refiere lo siguiente: “los comerciantes formaron el primer grupo como poseedores de libros y los eclesiásticos el segundo, seguido de los funcionarios, dependientes, artesanos, militares, profesionistas, campesinos, etc.”[2] Que fueran el segundo grupo los clérigos, refleja no sólo la facilidad económica para adquirir uno también el grado intelectual.
De los 97 ejemplares que tuvo la biblioteca de Don Antonio, 64 fueron del ámbito religioso algunos títulos como: Verdadero método de estudiar para ser útil a la Iglesia, Verdades Católicas: y explicación de la Doctrina Cristiana, Ceremonias de la Iglesia, Devoto Peregrino y viaje de tierra Santa, Un día lleno Devoto, Misa cantada, Sermones del Padre Lineri y Catecismo para el uso de los Párrocos formaron parte de su acervo, temas sobre historias de santos, catecismos, sermones, oraciones, guías para ser un buen devoto de la iglesia, de moral religiosa, ejercicios de piedad, toda una gama de instrucciones y guías para ser un buen devoto de Dios. De esta manera la iglesia influyó y educó en los monasterios, pero hubo otros religiosos que a pesar de pertenecer al clero, ampliaron su conocimiento científico en otras áreas como la medicina, política, astronomía y poesía, originando una oposición a la forma de gobierno de la Nueva España, sin embargo fueron pocos como el padre Fray Servando Teresa de Mier[3]. Siguiendo con el capellán, también conto con 3 libros de economía, 1 de astronomía, 5 de historia, 4 biografías, en cuanto al resto de ejemplares no se tiene más datos pero, de acuerdo al título, algunos son referentes a poesía, literatura y vocabularios de lenguas como el latín, Mexicano, Francés y Portugués,
                Durante la segunda mitad del siglo XVII no podía faltar en las bibliotecas los libros clásicos como Don Quijote de la mancha de Miguel de Cervantes, Luz de verdades católicas y explicación de la doctrina Cristiana del padre Juan Martínez de la Parra y El Teatro Critico Universal de Benito Jerónimo Feijoo. Don Antonio Pineda contó precisamente con un clásico del Padre Juan Martínez de la Parra con tres tratados siendo del tamaño de un cuarto[4], es decir un libro pequeño. Referente a los datos registrados en el inventario, el tamaño de un cuarto predomino en su biblioteca y sólo uno es de un dieciseisavo, siendo el tamaño adecuado para traerlo consigo además de transportarse, incluso se vendía en tiendas.
Por otro lado, la posesión de un libro no indicaba que fuera leído, podría ser sólo un medio para dar una imagen intelectual o poder económico. Así como dicho personaje, es posible conocer más a fondo o tener otra perspectiva de personas importantes a partir de la vida privada así como material, objetos como los muebles, libros, ropa entre otros aportan información con el fin de conocer la posición ideológica, política, cultural y económica de cualquier persona. Siendo una fuente importante la lista de bienes anexa en el testamento.





[1] AHET, fondo colonia, siglo XVIII. (algunos testamentos tienen anexado un inventario de bienes y es precisamente en estas listas donde se encontraron dichos libros)
[2] Cristina Gómez Álvarez, Libros, circulación y lectores: de lo religioso a lo civil, 1750-1819, en Transición y cultura política. De la colonia al México independiente, México, Facultad de Filosofía y Letras/ UNAM, 2004, p. 27.
[3] Cristina Gómez Álvarez, “lecturas perseguidas: el caso del padre Mier” en Laura Suárez de la torre y Miguel Ángel Castro (coord.), Empresa y cultura en tinta y papel, 1800-1860, México, Instituto de investigaciones Bibliográficas-UNAM, 2001, pp. 297-313.
[4] El tamaño de un cuarto y un dieciseisavo, fueron libros de bolsillo los cuales estaban entre los 20 y 30 cm de largo.

lunes, 7 de enero de 2013

Habla sin voz en el arte contemporáneo:
Teresa Margolles, un caso particular en el escenario artístico mexicano.


Mtro. Rodolfo Juárez Álvarez
UATx-UNAM

Habla sin voz de Alexis Nouss y Del acontecimiento desde la noche de Gad Soussana, textos que dan paso a las palabras de Jaques Derrida bajo el título Decir el acontecimiento ¿es posible? son en común, textos que se aventuran en la posibilidad de acercarse al pasado, y siendo esto posible, cómo hacerlo a través del cúmulo de “vestigios que muchas veces nos hablan en silencio a nosotros los historiadores.[1]  Mi atención se centra en el primer título, el habla sin voz, en esa categoría que trae a discusión y problematiza las voces escondidas en algunas manifestaciones artísticas.
En principio, el título sugiere el cuestionamiento acerca de la existencia de un habla sin voz, generando al mismo tiempo la pregunta ¿quién o qué puede hablar (nos) sin voz? Omito la discusión del “cómo” desde el conocimiento filosófico, para atender el “qué” y el “quién”, dando por hecho que en el arte, así como en otras manifestaciones de la cultura material y no material de la sociedad, existen voces que deberían incorporarse a un discurso historiográfico. Me refiero así a las voces ocultas en el arte, todas aquellas que se han enraizado en el tiempo y se han convertido, y se convierten, en un testimonio histórico con sentido estético.[2]
El habla sin voz nos remite a los murales del México prehispánico, a las escenas en Cacaxtla que nos narran las batallas libradas por los Olmecas-Xicalancas en  tierras sureñas  del actual estado de Tlaxcala, o de las danzas y rituales Mayas en los frescos de Bonampak, Chiapas; estas imágenes son verdaderas crónicas de lo cotidiano, de la importancia de perpetuar el tiempo y la acción humana, de comunicar algo. Son imágenes que hablan silenciosas, voces que dialogan con el espectador que debería descubrir su significado. Es cuestión de calma, de identificar esas voces ocultas en el color, en las líneas, en las figuras humanas, en la danza corporal o una estancia sigilosa;  es cuestión de leer el espacio, la forma y los volúmenes, como dice Gombrich al sugerirnos que para acercarnos al arte se necesitan tres elementos básicos: el código, el texto y el contexto.[3] Es darle voz a la arquitectura, la escultura, la pintura, fotografía, incluso al mismo cine de los primeros tiempos. Es darle voz a quienes han hablado a través de su obra o quienes han quedado en silencio en la majestuosidad del arte y su edificación; es darle voz a lo efímero, a lo cotidiano, a lo que nos parece violento o placentero.
Ésta es quizá la premisa de una creadora mexicana[4] que ha irrumpido en la escena del arte: escuchar a las expresiones del pasado y a su vez, dar voz a lo inerte y silencioso transformándolo en objetos conceptuales. En un mundo esquizofrénico donde el sistema económico capitalista parece reinventarse constantemente,[5] la muerte y el dolor parecen naturales y por consecuencia cotidianos a los individuos. México no es la excepción ante la penumbra de lapsus constantes de control político y social. En este contexto se inserta la obra de Teresa Margolles (Sinaloa 1963), fundadora del colectivo SEMEFO, quien lanza la pregunta ¿cuánto es capaz de experimentar un cadáver?, explorando todas las posibilidades para responderse a sí misma y ajustarse a la categoría del Habla sin voz de Alexis Nouss.
Margolles no se limita a la única experimentación con cuerpos inertes sino a los fluidos extraídos y derivados de su tratamiento, con los cuales, ha logrado crear diversas atmósferas conceptuales dentro de espacios expositivos, como en su obra Herida ( 2007) en la galería de la Fundación/Colección Jumex, Ecatepec, Edo. De México. Para su realización, la creadora abrió una grieta en el piso para luego verter en ella flujos corporales de distintas morgues del país, con la finalidad de simular una lesión corporal que a su vez devendrá en una costra que habrá de sanar con el paso del tiempo. Herida es una propuesta que busca infringir vida a los fluidos corporales y sugiere la reconceptualización no sólo del arte si no de las voces de esos seres inertes que hablan a través de sus líquidos, trayéndonos a colación sus muertes violentas y la exaltación social producto de la contexto político de nuestro país; sobre la situación actual la creadora refiere: “…no me interesa ver quién es el malo de la historia, sino saber dónde estamos parados”.[6] ¿Serán las creaciones de Margolles una propuesta donde la obra rompe con la idea del arte tradicional (¿bello?) dando paso a un objeto conceptual alejado del tradicionalismo estético? Sin duda el realismo conceptual de la artista mexicana genera más de una opinión acerca de la esteticidad de su trabajo, sin embargo, no se puede perder de vista la intención de dar voz a esos cuerpos que se han quedado en el anonimato al no poder ser identificados en el SEMEFO (Servicio Médico Forense).
Los caídos en los enfrentamientos entre narcotraficantes o la guerra contra ellos han dado diversos materiales que la mexicana ha utilizado para su obra, por ejemplo, las narcomantas o cobijas con las que más de un cuerpo ha sido cubierto. De los líquidos obtenidos en el tratamiento de las víctimas, se han limpiado espacios expositivos (De qué más podríamos hablar, Pabellón de México, 53 Bienal de Venecia 2009, curaduría de Cuauhtémoc Medina), o se han logrado crear mecanismos de interacción con el público en museos, por ejemplo, en la pieza En el aire (2003), donde cientos de burbujas son puestas a flote en la sala de exposición; en este primer enfrentamiento con las burbujas, el público no cae en cuenta que éstas fueron hechas con los líquidos de los cuerpos recuperados.
Conceptualizar lo póstumo desde la perspectiva del Habla sin voz, es la invitación que Alexis Nouss nos sugiere,[7] desde esta poética del testimonio histórico y artístico.  La muerte ha causado seducción a los historiadores, no obstante su cotidianidad, sigue siendo un campo inexplorado desde el silencio de las obras artísticas que de pronto nos gritan. Y así como Teresa Margolles nos acerca a una voz que la muerte ha delimitado, los investigadores bien podríamos acercarnos a esas voces que “de pronto gritan”, como Xavier Villaurrutia nos ha dicho en su poema Nocturno eterno.


Herida ( 2007)

En el aire (2003)

Encobijados (MUAC 2009)[8]




[1] Jaques Derrida, “Introducción”, Decir el acontecimiento ¿es posible?, Madrid, Arena libros, 2001, p. 13.
[2] Es válida la discusión sobre el carácter estético del arte, no obstante me refiero al elemento estético en cuanto place o no al individuo.
[3] El código es ese elemento aprendido dentro de un entorno social-cultural y que nos ayuda a identificar que un hombre crucificado es Jesucristo o que un hombre con una parrilla en la mano es San Lorenzo; el texto es elemento que identifica al objeto observado, por ejemplo la inscripción INRI sobre el crucificado. Finalmente el contexto es el entorno dónde se desarrolló el código del objeto así como el texto que ayuda a su identificación. Léase E. H. Gombrich, “La Imagen Visual: su lugar en la comunicación” en Woodfield Richar, Gombrich Esencial, Madrid, Ddebate, 1977.
[4] El título de “artista” lo asignarán o no los espectadores de su obra.
[5] Gilles Deleuze plantea la regeneración capitalista a partir de la introducción de nuevos axiomas (modelos) que hacen que todo vuelva a funcionar. Gilles Deleuze, Derrames. Entre el Capitalismo y la esquizofrenia, Buenos Aires, Cactus. 2005, p 19.
[6] http://www.noroeste.com.mx/publicaciones.php?id=481508
[7] Alexis Nouss, “Habla sin voz” en Decir el acontecimiento, ¿es posible?, Madrid, Arena libros, p. 72.
[8] Imágenes extraídas de   http://culturacolectiva.com/teresa-margolles-el-arte-y-la-muerte/